EXTINCIÓN AUTOMATICA

Rociadores automáticos o sprinklers

Están concebidos para detectar un conato de incendio y apagarlo con agua o controlarlo para que pueda ser apagado por otros medios.
Los rociadores automáticos protegen prácticamente la totalidad de los inmuebles, salvo contadas ocasiones en las que el agua no es recomendable como agente extintor y deben emplearse otros sistemas más adecuados. Por ello, se trata de un sistema totalmente independiente y automático de protección contra incendios, por lo que no requiere de ningún otro sistema que los active. En su funcionamiento más común, el concepto es muy sencillo: una red hidráulica presurizada con agua y unas boquillas de descarga, los rociadores o sprinklers, sobre los cuales la incidencia directa de la temperatura provoca un desprendimiento de parte de su cuerpo, liberando agua en cantidad suficiente para mojar una determinada área de acción.
Debido a su poder de descarga de agua, otra de las principales funciones que tienen las instalaciones de rociadores automáticos es la de refrigerar, por lo que es frecuente recurrir a estos sistemas para proteger estructuras portantes de edificios construidos con materiales deformables (madera o hierro), y de esta forma evitar o minimizar la necesidad de tratar dicha estructura con sistemas de protección pasiva contra el fuego, evitando de este modo el impacto estético negativo en su arquitectura interior. Especialmente es esta aplicación en edificios catalogados por su alto valor patrimonial.
Existen básicamente tres tipos distintos de instalaciones de rociadores automáticos, en función de la forma como se descarga el agua sobre el riesgo:

  • Tuberia seca.
  • Tubería mojada o húmeda.
  • Sistema de acción previa.

 

Agua nebulizada

En los sistemas de extinción por agua nebulizada se optimizan los recursos extintores del agua mediante la división del volumen de agua en gotas de muy pequeño tamaño, con lo que se consigue la máxima capacidad de refrigeración para una determinada cantidad de agua, reduciendo los volúmenes utilizados y, por lo tanto, los daños causados por los sistemas convencionales que utilizan el agua como agente extintor (rociadores automáticos, sistemas de diluvio, mangueras, etc.).
Existen varios tipos de sistemas de agua nebulizada:
Atendiendo a la presión de trabajo:

  • Sistemas de agua nebulizada de alta presión; son los más habituales, caracterizados por una presión de trabajo mayor de 34 bares, habitualmente entre 60 y 200 bar.
  • Sistemas de media y baja presión: con presiones de trabajo inferiores a 12 bar y entre 12 y 34 bar respectivamente.

Atendiendo al objetivo de estos sistemas:

  • Control del incendio: consiste en la limitación del crecimiento y propagación de un incendio mediante enfriamiento de los objetos, gases adyacentes y/o humedecimiento previo de combustibles adyacentes. El tiempo de duración de la descarga debe ser suficientemente largo para permitir que la intervención manual se haga cargo de los esfuerzos de lucha contra incendios. Esta finalidad es semejante a la de los tradicionales rociadores automáticos (sprinkler).
  • Supresión del incendio: reducción brusca de la tasa de liberación de calor y prevención del recrudecimiento del fuego durante el tiempo de duración de la descarga.
  • Extinción del incendio: después del tiempo de duración de la descarga del sistema éste debe ser capaz de impedir la reactivación del fuego, hasta la desaparición total de materiales en combustión. Los sistemas deben ser capaces de extinguir fuegos para la aplicación pertinente.

Agua pulverizada

Los sistemas de refrigeración de riesgos por agua pulverizada suelen ser sistemas de boquillas abiertas en los que se descarga una gran cantidad de agua (todo el sistema), y se provoca una refrigeración del riesgo para evitar la propagación del incendio, aunque algunos casos puede llegar a extinguirse totalmente el incendio. Además del empleo de boquillas abiertas en los que el sistema de descarga es de diluvio (o lo que es lo mismo, descarga de agua en la totalidad de la instalación), pueden emplearse boquillas cerradas siempre que la velocidad de descarga sea rápida o empleo también de monitores de agua pulverizada. Entre algunos de los riesgos más habituales para la utilización de los sistemas de extinción de incendios por agua pulverizada, destacan almacenamientos de tanques interiores y exteriores de inflamables, combustibles, gasoil, alcoholes, hidrocarburos, queroseno, pinturas, disolventes, etc., también equipos y áreas de trabajo donde se manejan estas sustancias como plantas
químicas, petrolíferas, hangares de reparación de aviones, así como cargaderos de camiones, bombas de trasiego de combustibles, transformadores, cortinas de agua sectorizadoras. Dado que casi todos los riesgos mencionados anteriormente contienen líquidos combustibles e inflamables, los sistemas de agua pulverizada suelen diseñarse conjuntamente con sistemas de extinción de incendios por espuma. El ejemplo más claro de un sistema de extinción por agua pulverizada es un parque de tanques de líquidos combustibles o inflamables.En estos casos se empleará el sistema de agua pulverizada como sistema de refrigeración de estructuras, depósitos, tranques, equipos, etc. evitando una posible reacción en cadena y se complementará el sistema contra incendios con un sistema de extinción de incendios por espuma de baja, media o alta presión según sea el riesgo y
naturaleza del riesgo a proteger.

Sistemas de extinción por gases

Los sistemas de extinción de incendios por gases son sistemas limpios que no provocan residuos a la hora de extinguirlo, no provocando daños en materiales, instrumentación, equipos electrónicos y eléctricos
Existen diferentes agentes gaseosos extintores según sea el riesgo y productos a proteger, pudiendo clasificarse tres tipos: CO2, GASES INERTES Y GASES LIMPIOS.
Es importante recordar que la descarga del agente extintor provocará una reducción de la concentración inicial de oxígeno, aumento de la presión en la sala, formación, en presencia de fuego, de productos de descomposición (gases halogenados) y reducción de temperatura. Esta reducción en la concentración inicial de oxígeno es un factor muy a tener en cuenta en zonas donde haya circulación de personas o habitualmente estén ocupadas. Es por ello que la exposición innecesaria del personal debe ser evitada. Esto se logra, generalmente, disponiendo de las alarmas acústicas (sirenas, avisadores, etc.) y alarmas ópticas (letreros luminosos, flashes, etc.) necesarias, así como de un tiempo de retarde de la descarga (normalmente entre 10 y 60 segundos) después de la actuación automática del sistema.
Los sistemas de extinción automáticos de incendios por gases se aplican básicamente a riesgos que estén cerrados de forma más o menos hermética en la que la concentración del gas ocupa la totalidad del riesgo a controlar, desplazando el oxígeno y de esta forma extinguiendo el incendio. Los ejemplos más claros son salas de informática, CPD, cuartos de cuadros eléctricos, generadores y en definitiva aquellas instalaciones en las que se requiere una protección sin daños colaterales provocados por el agente extintor como museos, galerías de arte, etc.

Extinción de campanas de cocina

Los sistemas de extinción de cocinas son sistemas de extinción local o parcial, descargándose sobre el equipo auxiliares de extracción de humos y equipos de cocina como freidoras, parrillas, encimeras, etc.
Habitualmente estos sistemas de extinción vienen actuados de forma automática mediante sondas térmicas, detectores de alta temperatura distribuidos sobre los riesgos a proteger, aunque también pueden ser actuados de forma manual mediante pulsadores de disparo. Los agentes de extinción de este tipo de sistemas pueden ser el dióxido de carbono (CO2), que se trata del agente más limpio aunque requiera un diseño más exhaustivo, y soluciones acuosas de acetato potásico que suelen ser las más empleadas, ya que se trata de sistemas totalmente autónomos, menos voluminosos en su abastecimiento y más económicos que los de CO2.
Excepcionalmente en riesgos donde se cocine en presencia de brasas se puede emplear sistemas de extinción de incendios por agua nebulizada, tratándose de sistemas de mayor coste económico pero siendo los más efectivos para fuegos de esta naturaleza.

Sistema de extinción por espuma

Los sistemas de espuma se realizan a través de la mezcla de agua, espumógeno y aire, que podrá tener diferentes valores de expansión, siendo la expansión la relación entre el valor inicial del volumen de agua/espumógeno y el volumen final de espuma.
El funcionamiento de un sistema de extinción de incendios de espuma es sencillo. Inicialmente el agua que proviene de la fuente de suministro se mezcla con el espumógeno en la proporción diseñada en un equipo dosificador o proporcionador. Posteriormente la mezcla es dirigida al generador de espuma, el cual incrementa su volumen mediante aportación de aire, generando la espuma. La activación de los sistemas de extinción de incendios de espuma generalmente es provocada por un sistema de detección automático de incendios.
Dado que la espuma es más ligera que la solución acuosa de la que se forma, y más ligera que los líquidos inflamables o combustible, flota sobre éstos, produciendo una capa continua de material acuoso que desplaza el aire, produciendo un doble efecto de enfriar y evitar el contacto con el aire. Además, evita la emanación de vapores combustibles previniendo la reiniciación del fuego. También tiene la característica de adherirse a las superficies que cubre, protegiéndolas de
fuegos adyacentes.